Me agarre de tu mano. Me dejaste caer.

Apenas me acuerdo como era antes de conocerte. Es como cuándo intentas acordarte de tu infancia, solo llegan recuerdos movidos, caras, voces, lugares, pero nada es claro. Me acuerdo que tenía otras metas, otras cosas en mente que enamorarme. Otros planes en los que el no estaba.
Pero entonces apareció. 
Apareció y desde ahí, fue todo muy rápido. 
Puso mi mundo al revés. Sentí calor en pleno agosto, y nieve en pleno enero. Y eso no es normal. 
Los días pasaban. El tiempo pasaba demasiado rápido cuándo estábamos juntos. Comernos a besos apenas nos veíamos. Desarmarnos en abrazos como si fuera que no nos habíamos visto en años, cuándo solo pasaban dos días sin vernos. Dejar mil días sin ir a estudiar, solo para estar juntos mas horas. Enredarnos con los pies mientras estábamos acostados. Nuestras salidas de los domingos. Hablar por teléfono hasta que alguno de los dos se quede dormido. Tu piel, mi piel. Tu mirada, la mía. Tu sonrisa, mi sonrisa. Estábamos completos a punto de estallar. 
Duramos completos lo que dura un amor eterno. Solamente un rato. 
Después vino la distancia. Los días fríos de julio. Falta de besos, abrazos y caricias. Peleas, cansancio, vacío. 
Se  que te perdí un día de agosto. Tendrían que prohibir romper promesas si se tiene como consecuencia romper corazones. Puto agosto. 
Y ahora en enero me decís que me queres, que no podes estar sin mi. Pero es un nuevo año, un mes de cambios. Mucha gente promete descartar los malos hábitos en enero, pero los termina dejando en marzo. Y se que no puedo volver con el mismo que me dejo sola cuándo mas necesite de su abrazo. Yo me agarre de tu mano, y vos me dejaste caer. Aunque sigo sintiendo nieve en pleno enero, si lo tengo cerca. 
Que algo tan lindo me haga mal es una pena.